Dídimo Gonzalez tiene 75 años y es el mozo más reconocido de nuestra región. Hace 55 años comenzó cómo lavacopas del viejo Hotel Plaza, que estaba ubicado en Tucumán y Colón. Luego llegó la «colimba» y después volvió al hotel y allí ya retomaría el trabajo que lo marcaría para siempre: ser mozo de bar.
Luego vendrían épocas doradas en Kaniska y Burbujas; un impasse trabajando en la vieja fábrica de pilas Eveready, y luego Chihuaha y Victorino en la actualidad. «Voy a trabajar hasta que el patrón me diga no vengas más. Es mi pasión» dice Gonzalez.
Casado hace 50 años con Juana Bracamonte, tiene dos hijos Marina y Alfredo y ya tiene ocho nietos y tres biesnietos. Se emociona cada vez que los escucha o los nombran.
Cuenta sobre su actividad, que también le tocó en la época en que no había celulares ni whatsapp llevar y traer mensajes entre parejas que se citaban en Kaniska o Burbujas. «Tengo muchas historias para contar, también de clientes a fuerza de confesiones y momentos se transformaron en amigo» detalla.
Gonzalez es un hombre de códigos y que sabe guardar secretos. «Había clientes que estaban tomando algo con la mujer y cuando se iba al baño me pedían otro fernet o champagne y cuando volvía tenía que decir que era invitación de la casa», comenta entre risas.