El jesumariense Francisco “Pancho” Bessone regresó de visita a su tierra después de casi cuatro décadas radicado en España. En diálogo con Radio Jesús María, repasó una historia de vida atravesada por el esfuerzo, el destino y la nostalgia de sus raíces.
Bessone partió de Jesús María un martes 13 de enero de 1988 —fecha que aún recuerda con precisión— rumbo a Europa, en busca de mejores oportunidades. Lo que comenzó como un viaje hacia Andorra, donde pensaba trabajar en las pistas de esquí, cambió radicalmente por una casualidad: una rueda pinchada en el ómnibus que lo llevaba a su destino.
Mientras esperaba la reparación, entabló conversación con un hombre mayor en una cafetería. “Yo soy una persona abierta, me pongo a hablar con todo el mundo”, recordó Pancho. Aquella charla terminó marcando su destino: el desconocido le ofreció trabajo como peón de albañil y alojamiento en el pequeño pueblo de Artesa de Segre, en la provincia catalana de Lérida. “Todo eso por una goma pinchada”, resumió entre risas.
Desde entonces, su vida quedó ligada a España. Primero llevó adelante distintos oficios y desde hace 12 años trabaja para una empresa dedicada al tratamiento de aguas, que presta servicios a la reconocida cervecera Mahou San Miguel. “Mi especialidad es la depuración de aguas residuales”, contó con orgullo.
Con el tiempo, pudo llevar a su esposa y a sus tres hijos, y hoy su familia ya está plenamente afincada en Cataluña. “Mis hijos se casaron con catalanas, tengo cinco nietos y una más en camino. Todos hablan catalán”, comentó. Uno de ellos, Federico Bessone, fue futbolista profesional y pasó por la cantera del FC Barcelona, donde compartió entrenamientos con Lionel Messi. “Tuve la suerte de conocer al Leo y a sus padres cuando mi hijo era capitán del Barcelona B”, relató.
Durante la entrevista, Bessone también reflexionó sobre la realidad actual de España y las dificultades para quienes hoy buscan emigrar. “No es lo que era hace 38 años. Está muy caro vivir, sobre todo en las grandes ciudades. Les aconsejaría a los jóvenes que, si van, no elijan Madrid o Barcelona”, advirtió.
A pesar del paso del tiempo y de la vida hecha en Europa, su corazón sigue en Jesús María. “Hay cosas que no se pueden suplir con nada. Aquí tengo a mi hermano, a mis amigos, y esa calidez no la encontrás en ningún lado. Te dan un abrazo, un beso, y eso no tiene precio”, expresó con emoción.
Antes de volver a España, Pancho confesó entre sonrisas que en su valija siempre hay lugar para un poco de peperina, burrito y, por supuesto, salame de Colonia Caroya.