Lo que comenzó como un festejo por el Día del Amigo terminó en una verdadera pesadilla para Graciela Giménez, vecina de Jesús María. Durante la madrugada del domingo, mientras compartía una salida con amigos en el local Mora, le robaron su Fiat Palio verde, estacionado en la esquina de Castulo Peña e Ingeniero Olmos, a tan solo 100 metros de la comisaría local, en pleno centro de la ciudad.
Un joven que suele “cuidar” autos en esa zona le avisó, al verla salir, que cuatro personas se habían llevado su vehículo, creyendo que eran conocidos de ella. La mujer, en estado de shock, se dirigió de inmediato a la sede policial, donde —según denunció— en un primer momento no quisieron tomarle la declaración por su estado emocional.
Al no obtener respuestas oficiales, su familia inició una búsqueda desesperada por cuenta propia, recorriendo zonas rurales y difundiendo el hecho en redes sociales. También recibieron un llamado de un estafador que, haciéndose pasar por alguien que tenía el auto, pidió 200 mil pesos para no desmantelarlo. El intento fue grabado por efectivos policiales.
Finalmente, pasadas las 17 horas, un vecino de Colonia Caroya llamó para avisar que en el fondo de su casa, en calle 14 al sur del colegio Belgrano, había un auto abandonado desde la mañana. Efectivamente, se trataba del vehículo sustraído, al que solo le faltaban las cuatro cubiertas (medida 175/70/13), muy buscadas por su escasa disponibilidad en el mercado.
Giménez agradeció a todos los vecinos de Jesús María y localidades aledañas que replicaron la información. “Gracias a eso apareció el auto. No fue por la policía, sino por un vecino que se animó a avisar”, subrayó.
La mujer también cuestionó el funcionamiento de las cámaras de seguridad municipales: el domo que podría haber registrado el robo estaba orientado hacia el boliche y no hacia la esquina donde se produjo el hecho.
“El auto era fundamental para mi familia y para llevar a mi nieto a sus tratamientos médicos en Córdoba. Jesús María ya no es la ciudad segura que era”, lamentó.