La localidad de Capilla de Sitón fue escenario de un aberrante caso de maltrato animal. Micaela Centurión, quien trabaja en Córdoba y regresó a su pueblo para visitar a sus padres, se encontró con una escena desgarradora: dos perras galgas fueron ahorcadas y abandonadas en un campo.
«Yo la verdad que no lo podía creer. En el pueblo siempre se ha comentado que hacen esto cuando los animales están preñados o ya no los quieren más. Pero verlo con mis propios ojos fue impactante», relató Micaela en el programa «Vitamina R» de Radio Jesús María 93.7.
Al conocer el hecho, intentó radicar la denuncia, pero las autoridades no se la tomaron por falta de testigos. «El pueblo es chico, todo el mundo ve y todo el mundo sabe, pero nadie dice nada», expresó con impotencia.
Un problema de fondo: sobrepoblación y falta de castraciones
Más allá de este brutal episodio, Micaela destacó que el maltrato animal en Capilla de Sitón no es un hecho aislado. «Hay muchos perros con bicheras, desnutridos, abandonados. Si una perra entra en celo, hay cientos de perros peleando por ella y nadie hace nada», comentó.
Ante esta situación, decidió hablar con el jefe comunal, Mario Centurión, quien además es su tío. A pesar del vínculo familiar, Micaela le presentó un proyecto como una ciudadana más para impulsar un programa de esterilización gratuita. «Él me dijo ‘contá conmigo’, así que ya presentamos el proyecto en la comuna y estamos haciendo un censo de perras y gatas para pedir presupuestos a veterinarias».
Como las castraciones no serían gratuitas debido a que Capilla de Sitón es comuna y no municipio, están organizando rifas y ventas de comida para costear los procedimientos.
«Esto no puede seguir pasando»
A pesar del dolor que le provocó ver a los animales en ese estado, Micaela decidió hacer público el caso en redes sociales. «Dudé en publicar las fotos porque son muy crueles y sensibles para la gente. Pero si no lo muestro, nadie lo cree. Es la única forma de que esto corra y la gente reaccione».
Este caso expone una problemática que va más allá del maltrato puntual: la falta de responsabilidad sobre los animales y la necesidad urgente de políticas de control poblacional.
«Hay que terminar con esto de raíz. No puede ser que todavía haya gente que resuelva la sobrepoblación matando perros», concluyó Micaela, quien ahora trabaja incansablemente para que en su pueblo nunca más se repita una escena como la que presenció.