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La dura realidad de las personas que viven en la Terminal de Jesús María

Conocé el testimonio de Daniel y Jonás, quienes duerman cada noche a la intemperie hasta que abren las puertas del edificio. Cómo es su día a día y los desafíos que enfrentan.
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Jonás
Diego

Con colchones y frazadas a cuestas, Jonás, Diego y su sobrino esperan que caiga el sol para encontrar el mejor lugar a resguardo del frío y la gente para dormir.

No solo esquivan las bajas temperaturas que empiezan a aparecer en esta época del año, sino también las miradas ajenas y las autoridades que han querido desalojarlos.

Diego tiene 40 años y es maletero de los colectivos que llegan a la terminal. Además, realiza trámites para los negocios del sector y allí suma dinero extra aparte de las propinas.

«Trabajé desde los 13 años en el circo hasta los 23. Después volví nuevamente y así sucesivamente (…) le tenemos que meter fichas a esto porque no podemos bajar los brazos», relató.

«La municipalidad siempre prometía algo y no cumplía nunca. Me prometieron que me iban a dar materiales para hacer una pieza al fondo de mi viejo, nunca lo cumplieron», contó.

Sostuvo que el vínculo con el municipio tuvo sus vaivenes ya que, en fecha del Festival de Doma y Folclore, personal de la GUM y la policía es quitó sus pertenencias para que no sigan en el lugar.

Junto con Diego vive allí su sobrino y otras personas que van rotando en las noches. «El invierno va a ser duro para nosotros», expresó y solicitó ayuda a la comunidad para recibir colchas y abrigos.

Por otro lado, Jonás de 24 años también transita sus días en la terminal desde noviembre del año pasado. Durante la jornada, limpia vidrios en dos esquinas de la ciudad o lleva a cabo changas, según la ocasión.

Recordó que, en poca de pandemia, el municipio reubicó a él y a los demás en el predio del ex Principito para luego regresar allí.

«Estaba pensando seriamente llegar a usurpar algo pero tampoco quiero problemas (…) pero me la rebuscaré para no estar en la calle porque está re frío», manifestó.

Cuando no llegan los ingresos, sale a pedir a verdulerías y carnicerías, «con eso sobrevivo». Su objetivo es buscar un trabajo estable y poder salir de esa situación.

«Un baño y una habitación es todo lo que pido. No pido algo que no pueda pagar o que me lo pague alguien. Lo pido para pagarlo yo», afirmó.