Cuando la conmoción por el crimen de Melisa Moyano no ha concluido aún, se conoció que una mujer de 58 años de Villa del Totoral denunció que su expareja le profirió una amenaza de muerte y que la había hecho viajar obligada desde la ciudad de Córdoba hasta Totoral.
La mujer estaba formulando unas consultas médicas en el Hospital Tránsito Cáceres de Allende de la ciudad de Córdoba y el hombre -de 71 años y que fue su pareja hasta este lunes- le hizo salir de allí, ir hasta la terminal de ómnibus, y subirse a un Fonobus para volver a la Villa.
Con la excusa de bajar para ir al baño, la mujer decidió descender en Jesús María y le comunicó que se quedaría allí. Fue en ese momento que el hombre le dijo que se fuera porque sino la iba a cag… matando.
Hasta aquí, lo que parece una amenaza desproporcionada si no se tiene contexto. La mujer decidió comunicarse con la Policía y con el auxilio de los uniformados llevaron la causa al fiscal de turno, Ronan Sobejano. Cuando el fiscal hizo las averiguaciones de rigor se topó con una historia de violencia tan compleja a partir de las cuales tomó una serie de resoluciones, entre ellas, poner a la mujer en manos del Polo de la Mujer en la ciudad de Córdoba y designarle custodia.
En principio, la pareja habría iniciado la relación en 2013 y, desde entonces, ella fue en siete oportunidades a denunciarlo por violento. Hubo en contra de él restricción de acercamiento, en manos de ella botón antipánico, entre otras medidas de seguridad y resguardo.
Se trataba de una relación signada por las idas y vueltas. Tras la imposición de las medidas judiciales, al tiempo, la mujer se arrepentía y pedía que las levanten, bajo el argumento de que eran grandes y que resolvían su vida de ese modo.
La sospecha fundada del funcionario judicial es que la mujer no sólo sufría violencia psicológica y física sino también económica. Tras esta última denuncia, ella manifestó haber quedado en situación de calle, tras la decisión de abandonar a su pareja.
Es la razón por la que, en este momento, la mujer se encuentra a salvo en el Polo de la Mujer y a la espera de recibir el adecuado asesoramiento judicial y el debido tratamiento psicológico para poder superar el trauma.
Difícil saber si la mujer se bajó a tiempo en Jesús María o si en Totoral le esperaba un nuevo maltrato o golpiza. Pero con la muerte de Melisa Moyano tan cerca, la sensación es que se evitó una nueva situación violenta y está contenida.