Fausto Brandolín es uno de esos hombres apasionados y responsables en su oficio. Cuando terminó el colegio secundario, a los 17 años, ingresó a la Policía. La decisión de estudiar en la fuerza fue por el incentivo de un amigo.
Tras integrar más de 25 años el cuerpo policial, Brandolín debió retirarse por algunas cuestiones referidas a la salud. Allí es cuando comenzó a dedicar su vida plenamente al comercio.
Si bien su familia siempre estuvo ligada a esa actividad económica, en 2001 abrió una florería. Hoy, además de la pescadería y el comercio de electrodomésticos, está a punto de abrir dos nuevos en Jesús María y Colonia Caroya.
Familiero, amiguero y cocinero
«Tito», como lo apodó su madre de pequeño, está casado con Miryam, tiene dos hijos y dos nietos. Consideró a la familia como un pilar fundamental para la vida de un policía.
Fausto dice que es uno de esos abuelos «babosos». Le encanta cocinar y sus allegados lo definen como un excelente chef. Es hincha de Talleres y simpatizante de Boca.
Ser policía, una vocación de servicio
Brandolín confiesa que a pesar de que le tocó pasar por momentos muy duros, es un oficio que lleva en la sangre para siempre.
En el año 2003 fue herido de bala en un supermercado de la calle Miguel Juárez. «Ese día tenía que haber estado de franco pero me volví. Lo tomaron de rehén a mi compañero, era nuevo. No tenia que haber entrado pero cuando vi que se llevaron a mi compañero, entré. Gracias a Dios quedé yo solo herido», cuenta Brandolín.
En otra oportunidad, fue baleado frente a la Shell en el cruce de Ruta 9 y Colonia Caroya. «Había una multitud de gente, estábamos siguiendo a una banda y la gente me señalaba frente la carnicería Bracco y cuando levanto la vista veo un tipo que me apuntaba y me pegó un tiro» relata.
El actual presidente del Centro Comercial fue duro al hablar del papel de la justicia, diciendo que en muchas ocasiones la falta o la lentitud del accionar de la policía depende de las falencias que presenta el poder judicial. Así mismo, indicó que cuando ejercía como oficial varias veces sus jefes lo limitaban a la hora de dar explicaciones a los vecinos sobre la seguridad. «No podíamos decir que los móviles no tenían nafta o estaban rotos», dijo Brandolín.