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Marcos tiene 31 años, cuenta que siempre quiso ser padre después de los 30 y lo logró, cuando se enteró de que su mujer esperaba mellizos no lo podía creer. Desde ese momento y durante todo el embarazo les tejió infinidad de prendas en todos los tamaños a sus hijos. Al saber que vendría una nena (su sueño) y un barón, pudo diferenciar colores y empezar a crear agregando adornos típicos femeninos o masculinos.
Marcos tejiendo junto a Benicio en la Sala de espera de la clínica
Aprendió a tejer mientras se recuperaba de una lesión en la rodilla a los 16 años, tenía un yeso un prescripción de reposo al menos de un mes. Como ya no se entretenía con nada la madre de su entonces novia le enseño crochet y tricot ( tejido a dos agujas). “Tejía a escondidas, me hice gorros y bufandas para mi viaje de egresados en Bariloche”, cuenta mientras sonríe.
Un días sus compañeros del colegio Sarmiento de Jesús María fueron a visitarlo, lo descubrieron aguja e hilo en mano, “ me charlaron por mucho tiempo, pero después hasta me encargaron gorros y bufandas”, cuenta mientras ríe.
Por 15 años tejió sólo con el conocimiento de su entorno más cercano, sus padres, su pareja y sus cuñadas. Pero en el tiempo en que Benicio y Amanda estuvieron en la clínica internados,( nacieron prematuramente a los 7 meses), se llevaba sus lanitas al pasillo y sala de espera. Primero se ocultaba de todos, después el plantel médico y adjuntos lo fueron descubriendo como “el papá tejedor” y ya le preguntaba a diario sobre su creaciones. Un día Marcos se animó, y quiso mostrarlo en las redes lo que había hecho con sus propias manos a sus bebés, y fue así que llegó a Facebook su primer foto tejiendo.
“ Nunca recibí una agresión, siempre felicitaciones por lo que hacía y por mostraba,recuerda.El tejido, especialmente el crochet, está ligado en nuestra cultura casi en un 100 % a la mujer. “Yo no conozco a otro hombre que lo haga” dice Marcos mientras va terminado las mangas de una remera para Majo. “Le estoy haciendo también a ella (por su pareja) para que no se ponga celosa”, asegura y ríe otra vez.
La entrevista va atravesando distintos momentos, a nuestra llegada al hogar Marcos preparaba las mamaderas para los niños y Majo se paseaba por la cocina con los dos a upa. Recién llegaba del taller de chapa y pintura donde trabaja con su padre, al que le ha tejido también. Se nota que es un hombre cariñoso y que en la medida de sus tiempos logra compartir la crianza de sus mellizos a los que adora y se emociona al mirar.
Recibe un llamado, es del grupo de futbol de los jueves, también tienen turno fijo los sábados por la tarde. Parece ser un joven padre como tantos, la diferencia es que le gusta el crochet y ya no le da pena que lo sepan, no se oculta y contagia ganas de comprar lana y ponerse a su lado a tejer.
http://verne.elpais.com/verne/2016/06/07/mexico/1465255516_525908.html