Antonia Martínez vive entre las calles Mendoza y Jujuy. Relató que, durante la navidad, junto a su familia, padecieron de las explosiones de una enorme cantidad de fuegos artificiales.
Destacó que no eran unas simples cañitas voladoras sino que eran artificios de gran potencia. En cercanías a su casa está el geriátrico municipal y niños con autismo, incluyendo su nieto del corazón.
Desesperadas tanto Antonio como su hija salieron a pedir a sus vecinos que dejen de usar pirotecnia pero solo obtuvieron burlas y maltrato.
Luego, llamó a la guardia urbana y a la policía. Ante la falta de respuestas, fue a la comisaría donde encontró dos móviles y nadie en el mostrador.
Finalmente, logró que el patrullero la siguiera hacia el sector pero éste tomó otro rumbo antes de llegar.
Este martes, acudió al municipio para reclamar pero la contestación que recibió fue que “estaban desbordados” de llamadas.