Tres personas relatan los momentos de angustia por el accionar de delincuentes que se valen de la tecnología para apropiarse de lo ajeno. Las estafas han evolucionado a tal punto que no requieren de un engaño elaborado y de contraseñas sino que basta con un mail o el hackeo del teléfono celular.
En estos casos, ninguna de las personas brindó información personal sino que los delincuentes ya la tenían: nombre completo, DNI, CUIL, dirección del domicilio, lugar de trabajo y hasta los últimos movimientos de la caja de ahorros.
Juan
Vive en una localidad cercana pero tiene su cuenta en la sucursal de Colonia Caroya. La semana pasada, recibió un llamado del Ministerio de Desarrollo Social afirmando que tenia a su favor un bono a cobrar por lo que le solicitaron otro número para completar el envío.
Cuando su compañera de trabajo ofrece su celular también termina siendo víctima del robo de dinero. También a quien a la profesional del estudio contable que lo asesora intentaron engañarla pero no pudieron, sí lograron hackear el teléfono.
A Juan le sustrajeron más de 500 mil pesos y logró frenar a tiempo un crédito que los malhechores habían pedido. Hoy tiene bloqueadas las cuentas, debió realizar nuevamente algunos trámites como el Ciudadano Digital y aún no comprende cómo sucedió todo.
«Me siento vulnerable, desprotegido por el banco (…) nos han respondido muy desagradablemente, no se hacen cargo», resumió.
Silvia
Trabaja en un estudio contable y es quien alertó a Juan del posible engaño. Los delincuentes también trataron de comunicarse con ella por celular hasta que la charla se concretó por un teléfono fijo. Pese a que no cedió, hubo varias cuestiones que llamaron su atención como la información que tenían.
«Le dije ´me voy a acercar a la comisaría para hacerte una denuncia´, entonces me amenaza y me da todos mis datos completos», recordó Silvia
Otro detalle llamativo es que la característica de la línea indicaba que su origen era Córdoba Capital y que ese número fue utilizado en otras estafas a lo que Silvia concluyó «tienen impunidad». Además, cuestionó el sistema de seguridad de la entidad ya que «no llegó al celular del cliente ningún token de seguridad para autorizar el pago o transferencia».
«Todos los damnificados de la zona deberíamos unirnos y presentar una denuncia en defensa del consumidor para que nos den otro tipo de respuestas», remarcó.
María
En dos oportunidades, María tuvo inconvenientes con los estafadores. El primer episodio fue en noviembre del año pasado cuando lograron acceder a la cuenta de su madre pese a que no le dieron el código de acceso Bancor.
Allí, perdió el control del homebanking y meses después, a través del otro titular de la caja de ahorros retiró dinero ante la preocupación de un nuevo intento de robo pero dejó un saldo para abonar una compra.
A los dos días, notó que un plazo fijo que no había autorizado. Al igual que en los dos casos anteriores, le preocupó los datos personales a los cuales tenían acceso los delincuentes. «Son datos salidos de un sistema que es lo que nos llama la atención, ¿de donde salen esos datos?», exprresó.
«El banco me insiste en que fui la que generó el plazo fijo (…) no te dan una respuesta rápida, tuve bloqueado el acceso a la cuenta desde noviembre hasta febrero y nunca me dieron una solución», contó.