AUDIO | Enrique Roldán, propietario
La llegada del Festival de Doma y Folclore comenzó a notarse en las calles de Jesús María y uno de los primeros espacios en confirmar asistencia es la gran carpa que coordina Enrique Roldán.
«Tenemos un poco de miedo y con todas las ganas, encaramos lo mismo. Esperemos que nos vaya bien», sostuvo.
Manifestó que el gran desafío es aplicar los protocolos porque en algunos casos «la gente es terca» y no suele responder al uso del barbijo, por ejemplo.
Consultado sobre qué significó la suspensión de la última edición, respondió: “fue la muerte para mi”. Luego explayó sobre la puesta que significa estar presente en cada temporada, como hace 38 años. «Hago lo posible para juntar la platita y estar acá», contó.
Aprovechando la ocasión, llevó a cabo un repaso de su vínculo con el festival a lo largo del tiempo. A los 18 años, visitó la ciudad viajando desde Mendoza y desde allí, no paró nunca.
«Empecé lavando copas, después pasé al mostrador a servir a los mozos. Después salí a la plaza a trabajar como mozo. Me casé y seguí trabajando», recordó.
Desde más de tres décadas dejó el sector interno del anfiteatro y hoy tiene su espacio en las calles con diversas propuestas cada noche.