Esthela Gonzáles inició el diálogo comentando su recuperación del Covid, pero mostrando un lado emocional golpeado tras la ausencia de su compañero de 53 años.
“Mis hijas se ríen porque toda la vida le dije papi. Me dicen que entonces aparte de viuda quedé huérfana y es verdad, lo siento mucho”, comentó.
Mario Pereyra, un hombre con un gran liderazgo profesional y trayectoria periodística, es recordado hoy desde el hogar y la familia. Su esposa comentó que muchas veces al llegar del trabajo lo retaba: “Tenés que ser mi marido y el eje de la familia”, a lo que Mario contestaba “ esperáte el sábado y el domingo”, comentó Esthela entre risas.
Esthela Gonzáles dio fe que (tal como lo decía su esposo), “el personaje de la radio no tenía nada que ver en la persona”. Por las noches, Mario le preguntaba en la cena “qué me contás de los chiquitos” a lo que ella respondía, poniéndolo al día sobre la familia.
“Todos los días volvía de una guerra, yo no le contaba cosas desagradables, para cuidarlo, para que no viva otra guerra interna que yo podía solucionar”, reveló una intimidad.
Esthela lo definió como un gran padre, cariñoso. Atraviesa la muerte de su amor incondicional, manteniéndolo presente. “Sus nietos lo extrañan, me gusta mucho hablar sobre los que se han ido, les cuento cosas y anécdotas sobre él. Mis nietos hablan del tata como si en cualquier momento se abriera la puerta y fuese a aparecer”, manifestó.
«Tengo un altar donde están sus retratos, velas y flores a la vista de todos, en esta casa los muertos son personas que nos han dejado una huella muy profunda en nuestras vidas», concluyó.
La vida de Esthela tras el fallecimiento de Mario Pereyra:
“Adhiero a una teoría del psicoanálisis y de religiones del mundo” expresó Esthela Gonzáles refiriéndose a sus primeros años de vida. Con el objetivo de brindarle la mejor educación, sus padres instalados en el campo, desde los cinco años la internaron en un colegio de monjas en la ciudad.
“Esa soledad y desarraigo de mis padres me hizo mucho daño, con el tiempo me fortaleció y aprendí a valerme por mi misma”, reflexionó.
La muerte de Mariano, hijo de Mario Pereyra generó un gran malestar en Esthela. “Literalmente me volví loca, tomé una máquina y me afeité la cabeza y fui a un psiquiatra”, reveló. Desde esa gran ausencia, comentó que mantiene sus visitas al psiquiatra y toma medicaciones para pasar esos momentos.
Habló de la muerte y duelo, como hechos que hoy la definen con fortaleza y la hacen una mujer fuerte, “yo no soy la dueña del duelo”, refirió pensando en su familia dentro de estas situaciones.
Hasta el día de hoy extraña a su esposo, un sentimiento que la acompaña con un silencio en el hogar. Pero llena de recuerdos, mantiene “un amor intenso” hasta el día de hoy. Sobre la muerte de su marido refirió que “una persona que hizo tanto bien no puede estar en un lugar malo”.
“ Le falló el corazón, su punto débil. Tomaba sus medicamentos y confiaba ciegamente en mi. Era hipertenso, aprendí a cocinar rico sin sal, se que le di todo de mi, que no nos quedaron cuentas pendientes en nada. Hemos tenido nuestras crisis, pero los dos teníamos un propósito: la familia. Limabamos esas asperezas y volvíamos al centro de la familia, fue un gran hombre, hubiera querido tenerlo más tiempo conmigo” finalizó.