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A días del comienzo de clases, la docente y personal único de la Escuela de Cabinda, Soledad Cadamuro, explicó las dificultades que atraviesa la comunidad educativa para poder acceder al edificio.
Las intensas lluvias, el barro, la inestabilidad del camino y peligrosas cunetas de hasta un metro y medio de profundidad, vuelven un desafío de cuidado a cada viaje que ella y sus alumnos realizan.
Por ello reclama una urgente continuidad de las obras iniciadas, comprometidas y abandonadas en 2016 por parte de Vialidad Provincial.
En mayo del año pasado ingenieros de esta repartición del estado provincial prometieron realizar en 6 meses obras de consolidación del camino. La incorporación de ripio apenas alcanzó los 800 metros de los tres kilómetros que tiene el camino que une la escuela con otra vía principal.
Además se realizaron obras de cunetas de más de un metro y medio que hoy están tapados por yuyos altos. Un verdadero peligro para los desconocedores del camino.
El mantenimiento de este camino estuvo en manos del Consorcio de La Candelaria, quien luego -por falta de acceso- lo delegó a Vialidad Provincial, y luego fue tomado por el consorcio de Los Quebrachos.
Los 5 alumnos de esta escuela rural comienzan las clases y con ello el periplo de viajar con el riesgo de quedarse en la escuela en caso de que la lluvia los sorprenda durante el cursado: «los papas me escriben en el medio de la lluvia y vienen caminando a retirarlos a la escuela», explica.