Juan Martín Del Potro, El Renacido
Por eso, se dejó llevar por el GPS del coraje y la obstinación.
Dejó hasta las uñas, dejó el alma, dejó su talento, dejó todo y algo más. Dejó un mensaje, para el que sepa leerlo.
En octubre pasado era casi un ex jugador. Las operaciones en la muñeca y el dolor lo alejaron del tenis, lo hundieron detrás del puesto 1000 en el ránking mundial. No tenía entrenador, ni preparador físico fijo.
Intentó volver una y otra vez, pero el dolor lo superaba. Una y otra vez siguió insistiendo, siguió creyendo.
Lejos quedó el tenista discutido por sus actitudes poco claras a la hora de jugar la Copa Davis.
Los límites físicos le hicieron pisar la tierra. Se salió de la burbuja de plástico en la que viven muchas superestrellas del tenis y se metió con el común de los atletas que viven en la Villa Olímpica.
Se dió un baño de humildad y de olimpismo.
Salió a transpirar la camiseta.
El aperitivo fue Djokovic y se comió crudo al mejor de estos tiempos, ganó y lloró.
Después dejó en el camino, no sin dificultad, al japonés Taro y al español Bautista, ganó y lloró.
Completó su máster de jerarquía y coraje con una épica actuación ante Nadal, ganó y lloró.
Jugó una histórica final contra el gran Andy Murray, ganó la medalla de plata, perdió y lloró.
Lloró como un niño lo que se ganó como un grande, con la emoción a flor de piel y la gente de su lado; en muchos casos emocionada con su emoción.
Estuvo a la altura de su metro noventa y ocho.
Martilló con su inconmensurable drive, sacó de arriba y peleó cada pelota.
Maquilló el revés debilitado por las lesiones y puso todo el corazón.
Volvió a la ruta del éxito y la idolatría.
Fue más humilde y más sincero que nunca.
Ganó la plata con el sudor de su tenis.
Irá a comer el asado con su amigos en Tandil con otra medalla colgada al pecho.
Si deportivamente lo daban por muerto, «La Torre» de Tandil avisó que está vivo y con hambre de más gloria.
Para Del Potro, Río significó la oportunidad de volver a empezar a los 27 años.
Es que entre lágrimas y euforias, Juan Martín Del Potro es el autor y el actor de su propia película.
Él es como el personaje cinematográfico de Leonardo Di Caprio: El Renacido.