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El testimonio de las enfermeras de Malvinas

Dora Ruiz y Patricia Lorenzini, fueron enfermeras durante la Guerra de Malvinas. La semana pasada visitaron Jesús María y contaron parte de su experiencia en el Hospital de Puerto Belgrano. Historias que salen a la luz tras la censura impuesta en su época.
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Hay una cara oculta de la Guerra de Malvinas, o mejor dicho silenciada del conflicto bélico: la participación de las mujeres en la contienda.

La investigadora oriunda de Jesús María, Helen Otero, es una de las encargadas de reunir los testimonios de aquellas protagonistas invisibilizadas, cuya vida cambio en abril de 1982.

Una decena de estudiantes de enfermería, de entre 16 y 18 años, debieron ejercer su profesión en el fragor del conflicto. Dora Ruiz y Patricia Lorenzini, relatan esa experiencia en Puerto Belgrano, y explican como rompieron el silencio de décadas acerca de sus días en el hospital a donde iban los heridos.

Dora, tenía 18 años en ese entonces:

«Era el régimen militar, no contabas, no hablabas, todo se callaba (…) cruzabas la barrera y todo lo que vivía se quedaba ahí, era una formación psicológica (..) recién ahora empiezo a contar estas cosas», explica Dora.

Los militares a cargo de la guerra controlaban el accionar y movimiento de las enfermeras. Ellas no recibían ningún contacto y tampoco tenían autorización para contar lo que sucedía al interior del hospital. Tras la guerra, al silencio se le sumó la «desmalvinizacion», un proceso sistemático de desaparición de registros y huellas de la guerra.

Durante la contienda contemplaban la angustia de los heridos: «De algún lado sacábamos las palabras para contenerlos, pero a nosotras no nos contenía nadie», Señala Ruiz.

Otro de los relatos es el de Claudia Patricia Lorenzini, una de las estudiantes no recibidas de enfermería que cuidaba y trataba a los heridos provenientes del territorio insular.

Señala que la vulneración era extrema, no había ningún organismo de derechos humanos ni de defensa de género, agravado por el contexto dictatorial y bélico. Claudia tardó 29 años en romper el silencio, explica que fue amenazada por la contrainteligencia del estado y no podía hablar sobre lo que había visto. Inclusive, su pareja, murió sin saber que ella había actuado en el Hospital de Puerto Belgrano durante la Guerra de 1982.